De un proyectado ensayo se toma esta resumida explicación y se la hace más que nada en términos visuales, gracias a las excelentes imágenes que están puestas a disposición de quien quisiere por las agencias espaciales y las estupendas naves que han transmitido tan valioso e impresionante material. En dicho ensayo, que entre cosas determina que ha habido un fraude histórico, fruto en parte por la ignorancia de los antiguos y también por el arribismo de los pueblos semitas que alegaron que sus dioses eran los de las potencias de la época, hubo un fraude, digo, en asimilar al viejo dios Kronos con el planeta Saturno y con el mismo dios Saturno, razón por la cual aquí se niega dicha igualdad de identidad, porque sus sentidos y sus funciones son muy diferentes.
Sin duda el planeta Saturno, conocido con diversos nombres en la Antigüedad, fue objeto de adoración y especial estudio por muchísimos pueblos y culturas. Hay testimonio bíblico incluso de que los antiguos israelitas lo veneraron permanentemente a pesar del sacerdocio de Yahvé, y hay quien dice que dicho planeta en verdad es quien está detrás de la famosa estrella de ellos, la de seis puntas. El propio Tomás de Aquino calificó en una oportunidad al pueblo judío como saturnino, con lo que ello implica en términos de psicología colectiva: una aislación del entorno, un comportamiento maniaco-depresivo, como diríamos hoy, una tendencia atrabiliaria imposible de superar, etcétera.